LA HISTORIA DE LA MASTURBACION
CONSOLADOR |
La masturbación es por excelencia, la práctica
sexual más común que realiza cualquier ser humano, sin importar en qué parte
del mundo viva, ya que es una actividad que no es propia del hombre moderno,
sino que sus inicios se remontan prácticamente a la aparición de nuestro género
en el planeta.
La masturbación, tanto femenina como masculina, es
la estimulación de los órganos genitales con el objeto de obtener placer
sexual, pudiendo llegar o no al orgasmo. El verbo «masturbar» hace referencia a
la práctica de la masturbación. La masturbación puede realizarse por uno mismo
en solitario o como estimulación realizada sobre los genitales de otra persona
con los mismos fines placenteros, como ocurre en la masturbación mutua.
La masturbación suele efectuarse con las manos o
mediante el frotamiento de los genitales contra algún objeto adecuado, como los
llamados «juguetes sexuales», para obtener este tipo de excitación.
Se atribuye a Sigmund Freud el descubrimiento de
que la masturbación es algo común en la infancia. Curiosamente, el padre del
psicoanálisis sostuvo hasta una edad avanzada que la masturbación adulta era la
causa de una de las formas de neurosis conocidas por aquel entonces bajo el
nombre de neurastenia, equivalente en la actualidad a la llamada fibromialgia o
fatiga crónica.
Sin embargo, debemos más el conocimiento de la
sexualidad humana en la actualidad a un coetáneo suyo: Havelock Ellis. Este
autor no sólo señaló que la masturbación era común en los hombres, sino que
también se trataba de una práctica habitual en las mujeres de todas las edades.
De acuerdo a fertilab.net, los llamados homo
sapiens fueron quienes descubrieron esa carga erótica que encierra cualquier
ser humano. Ese comportamiento sexual, quizá más cercano al instinto animal,
quedó plasmado en diversas pinturas rupestres, así como en la construcción de
dildos de piedra, como los hallados al realizar una excavación en la cueva de
Hohle Fels, en Alemania.
Aún en nuestros días, a la masturbación sigue
considerándose como un tema tabú y un tanto vergonzoso, pese a que las
pruebas nos indican claramente que es un acto meramente natural y que es
inherente en el hombre.
Tan es así que antiguos mitos provenientes de
Mesopotamia y Egipto hacen mención del dios Apsu, el rey del agua fresca, quien
se creó a sí mismo por medio de saliva, lágrimas y la masturbación. Los
griegos, según culturas leyendas y mitos .blogspot.mx, la consideraban un regalo
del cielo, pues el dios enseñaba a su hijo Pan, a hacerlo para así
consolarse de los rechazos que le hacía la ninfa Eco.
Pese a que la masturbación era considerada un
obsequio de los seres superiores, tanto hombres como mujeres creían que era un
actividad sumamente privada y meramente personal, creencia que quería erradicar
por completo el filósofo Hermes quien estando un día en el ágora, decidió
levantarse la túnica para auto complacerse, delante de todo el público que le
escuchaba, pues pretendía enseñarle a sus seguidores que no existen como tal
acto humano vergonzoso.
Galeno, el griego considerado como el padre de la
medicina, aseguraba que cuando un hombre no liberaba semen de su organismo se
convertía en un arma letal para la salud y precisamente, ponía como ejemplo a
Diógenes, a quien consideraba una persona sumamente culta, ya que llevaba una
vida sexual activa y recurría a la masturbación para siempre mantenerse en buen
estado.
Para ese tiempo, objetos sexuales como dildos o
consoladores adquirieron fama, pues varios literatos los incluían como
elementos en sus comedias y artesanos los representaban en las vasijas. Basta
recordar "Lisístrata", obra de Aristófanes, que cuenta como un grupo
de mujeres deciden no tener relaciones sexuales con sus parejas hasta que se
consolide el fin de la guerra entre Atenas y Esparta.
La ciudad de Mileto ganó fama, en aquel entonces,
por ser lugar en donde se fabricaban los mejores juguetes sexuales de la época,
indica thegratsexcoach.com. Cabe aclarar que en algún momento, en aquellas
culturas, la masturbación era símbolo de pobreza, ya que los hombres que tenían
dinero preferían contratar a una trabajadora sexual para vivir ese momento
placentero.
Varios siglos después, el concepto positivo de la
masturbación se transformó de manera radical con la llegada e instauración del
cristianismo. Pese a que La Biblia, no hace mención alguna sobre el tema, los
primeros Padres de la Iglesia sí que condenaron a todo aquel hombre que
recurriera a ella.
Agustín de Hipona, obispo al que se le considera el
más grande entre los Padres de la Iglesia, llegó a decir que la masturbación y
las relaciones sexuales sin llegar a la penetración eran pecados muchos más
graves que la violación, el incesto o el adulterio, pues eran prácticas
sexuales no reproductivas y por tanto, antinaturales, enseñanza que fue
transmitida a todos los pueblos creyentes a esta religión.
Esta idea de considerar a la masturbación como un
horror continuó durante toda la Edad Media y el Renacimiento; incluso el
teólogo Jean Gerson ideó un manual para que los sacerdotes indujeran a que la
gente confesara su práctica, así como las penitencias impuestas, las cuales
iban desde un mes continuo de oración hasta la práctica del ayuno.
En el siglo XVI apareció un personaje que trató de
hacerle frente a las creencias, mal infundadas, por la iglesia. Se trató del
científico Gabriel Fallopio, quien siendo experto en anatomía, promovió una
serie de ejercicios exclusivos para varones, en donde los invitaba a jalarse el
pene con fuerza para estirarlo, fortalecerlo y así, aumentar su potencia para
la procreación, teoría que fue rechazada por la mayoría de la sociedad.
Cien años más tarde, el médico Samuel Tissot
publicó en 1774 un libro titulado "El onanismo", en el cual, de
acuerdo a agradable. wordpress.com, describe científicamente al llamado
"mal de la masturbación", así como otros mitos sobre esta práctica
sexual y del llamado "síndrome post-masturbatorio". Este texto que
causó pánico a todo aquel que lo tuvo en sus manos, llegó a imprimirse hasta
principios del siglo XX.
Lo establecido por Tissot, influyó para que varios
libros de medicina editados en el siglo XIX aseveraran que el aletargamiento,
la locura pasiva, así como la caída del cabello e incluso la muerte, eran las
secuelas que cualquier persona tenía que pagar si llegaba a masturbarse con
frecuencia.
"En mi opinión, ni la peste, ni la guerra han
tenido efectos tan desastrosos para la humanidad como el miserable hábito de la
masturbación", escribió el doctor Reveillé en alguno de sus tratados sobre
sexualidad. En aquella época, en Estados Unidos surgió un movimiento en contra
del auto erotismo, en donde se crearon todo tipo de artefactos para evitar este
repudiado hábito y se invitaba a todas las familias a espiarse mutuamente para
así delatar a todo aquel que en casa se masturbara, persona que recibiría el
repudio social, y podían ser encerrados en manicomios o incluso, castrarlos.
Algo muy curioso se presentó en esa época, pues a
pesar de que la comunidad científica estaba volcada para encontrar la forma de
erradicar el mal generado por la masturbación, algunos médicos la practicaban
en mujeres diagnosticadas con histeria, a quienes les acariciaban el clítoris
para que vivieran lo más parecido a un orgasmo y así pudieran liberar toda
tensión, lo que dio paso a una serie de artefactos "consoladores" que
conocemos en la actualidad.
Para finales del siglo XIX y principios del XX, la
concepción sobre la masturbación fue cambiando poco a poco, gracias a Sigmund
Freud, quien dijo que este acto podía traer grandes beneficios a la salud del
organismo, tales como aliviar el estrés y evitar enfermedades de transmisión
sexual, aunque aseguraba que quien no controlara sus instintos, podría volverse
todo un neurótico.
Ya entrados en los 1920 y 1930, la masturbación
dejó de verse como algo dañino para el cuerpo, aunque aun así había psicólogos
y doctores que creían que conducía a desequilibrios mentales. En aquellos años,
un estudio reveló que 1 de cada 10 menores al que se le sorprendía
masturbándose eran severamente amenazados, castigados y aterrorizados,
diciéndoles que se volverían locos o ciegos y que se les cortaría el pene o
bien, se les cosería la vagina.
Dicha percepción cambió radicalmente gracias a la
publicación hecha por Alfred Kinsey, sobre una investigación que llevó a cabo
por casi 15 años, con la cual demostró que el masturbarse era algo normal y
natural, que el 97 por ciento de los hombres y el 62 por ciento de las mujeres
que participaron en el experimento aceptaron haberlo hecho por lo menos una vez
en la vida y dicen haber vivido un orgasmo.
Ante tal hallazgo, Kinsey fue perseguido, tanto por
líderes religiosos como por políticos, que creían que todo era parte de una
conspiración, a tal grado que se le retiraron todo tipo de ayudas para seguir
con sus labores.
Las investigaciones sobre este tema continuaron y
lo dicho por Kinsey finalmente se comprobó. Para la década de los 80,
prácticamente ningún estudiante universitario creía que la masturbación origina
algún problema físico o mental y aunque se habló abiertamente un poco más sobre
el tema, aún existen personas que en pleno siglo XXI siguen satanizando a este
acto natural que va ligado a la sexualidad del ser humano.
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