CAPITALISMO EN LAS SEPULTURAS
Constantemente somos bombardeados con el mito de que el capitalismo impulsa la innovación, tecnología y el avance científico. Se nos dice que la competencia, combinado con la motivación por el lucro, empuja a la ciencia hacia nuevas fronteras y le da a las grandes corporaciones el incentivo para desarrollar nuevas medicinas, drogas y tratamientos. Se nos dice que el mercado libre es el mayor motivador para el avance humano. Pero en realidad, la verdad es exactamente lo opuesto. Las patentes, la ganancia y la propiedad privada de los medios de producción son en realidad los más grandes obstáculos que la ciencia haya conocido en la historia reciente. El capitalismo está retrasando todos y cada uno de los aspectos del desarrollo humano, y la ciencia y tecnología no son una excepción.
El ejemplo más reciente y representativo de la propiedad privada sirviendo como una barrera al desarrollo puede encontrarse en lo sucedido con el fósil Ida. El Darwinius masillae es un lémur de 47 millones de años que fue recientemente “descubierto”. Todos los interesados en la evolución, aclamaron la revelación de una especie transicional que vincula a los primates superiores a los mamíferos inferiores. Ida tiene ojos delanteros (en lugar de laterales), extremidades cortas e incluso pulgares oponibles. Lo que es incluso más interesante es la asombrosa condición en la que se ha preservado. Este fósil está en un 95% completo. El perfil de su pelaje resulta claramente visible y los científicos incluso han podido examinar los contenidos de su estómago, determinando que su última comida consistió en frutas, semillas y hojas. Masas entusiastas hacen cola para ir al Museo de Historia Natural de la ciudad de Nueva York para echarle un vistazo a este importante fósil.
¿Pero qué tiene que ver Ida con el capitalismo? Pues que de hecho Ida fue desenterrada en 1983 y ha estado en manos de un acaudalado coleccionista privado desde entonces. Éste no se dio cuenta de la importancia del descubrimiento de este fósil (lo cual no es sorprendente dado que no es un paleontólogo) por lo que simplemente ha estado recogiendo polvo por 25 años.
Hay un gran mercado internacional para los fósiles. El capitalismo ha reducido estos tesoros, que con todo derecho le pertenecen a la humanidad entera, en meras mercancías. Fósiles en manos privadas por lo general son prestados o incluso alquilados a museos para que los puedan estudiar o exhibir. Hay colecciones de fósiles que recorren el mundo para producirles dinero a sus propietarios, en lugar de estar disponibles para estudios serios, científicos. E incontables especies extrañas esperan en los almacenes de compañías de inversiones o en los salones de coleccionistas, sirviendo de nada más que de piezas sobre las cuales conversar durante una copa de coñac. Es imposible saber cuántos fósiles de gran importancia están simplemente guardados, esperando ser descubiertos de la oficina de algún multimillonario
El ejemplo más reciente y representativo de la propiedad privada sirviendo como una barrera al desarrollo puede encontrarse en lo sucedido con el fósil Ida. El Darwinius masillae es un lémur de 47 millones de años que fue recientemente “descubierto”. Todos los interesados en la evolución, aclamaron la revelación de una especie transicional que vincula a los primates superiores a los mamíferos inferiores. Ida tiene ojos delanteros (en lugar de laterales), extremidades cortas e incluso pulgares oponibles. Lo que es incluso más interesante es la asombrosa condición en la que se ha preservado. Este fósil está en un 95% completo. El perfil de su pelaje resulta claramente visible y los científicos incluso han podido examinar los contenidos de su estómago, determinando que su última comida consistió en frutas, semillas y hojas. Masas entusiastas hacen cola para ir al Museo de Historia Natural de la ciudad de Nueva York para echarle un vistazo a este importante fósil.
¿Pero qué tiene que ver Ida con el capitalismo? Pues que de hecho Ida fue desenterrada en 1983 y ha estado en manos de un acaudalado coleccionista privado desde entonces. Éste no se dio cuenta de la importancia del descubrimiento de este fósil (lo cual no es sorprendente dado que no es un paleontólogo) por lo que simplemente ha estado recogiendo polvo por 25 años.
Hay un gran mercado internacional para los fósiles. El capitalismo ha reducido estos tesoros, que con todo derecho le pertenecen a la humanidad entera, en meras mercancías. Fósiles en manos privadas por lo general son prestados o incluso alquilados a museos para que los puedan estudiar o exhibir. Hay colecciones de fósiles que recorren el mundo para producirles dinero a sus propietarios, en lugar de estar disponibles para estudios serios, científicos. E incontables especies extrañas esperan en los almacenes de compañías de inversiones o en los salones de coleccionistas, sirviendo de nada más que de piezas sobre las cuales conversar durante una copa de coñac. Es imposible saber cuántos fósiles de gran importancia están simplemente guardados, esperando ser descubiertos de la oficina de algún multimillonario
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