UNIR EL MUNDO PARA SALVAR LA TIERRA
Intervención de Rodríguez Zapatero
Copenhague, 17 de diciembre de 2010
17 Diciembre 09
INTERVENCIÓN DEL PRESIDENTE DEL GOBIERNO, JOSÉ LUÍS RODRÍGUEZ ZAPATERO, EN LA CUMBRE SOBRE EL CAMBIO CLIMÁTICO
Copenhague, 17 de diciembre de 2010.
Deseo que mis primeras palabras sean de felicitación para Naciones Unidas, de felicitación para el Gobierno de Dinamarca, por esta Cumbre histórica, y de reconocimiento a todos los que a través de movimientos sociales, de Organizaciones No Gubernamentales o a través del ejercicio de la ciudadanía han venido durante años reclamando un mayor respeto a la tierra, una mayor cultura de defensa del medioambiente. Hoy es su día. Tenían razón y ellos, en gran medida, han sido capaces de movilizar voluntades y de poner a Naciones Unidas al frente de este tema de gran relevancia.
Si la gran mayoría de los gobernantes estamos aquí es porque sabemos que el cambio climático es un tema trascendental para el futuro de todos. Si los Presidentes de los Gobiernos y Jefes de Estado estamos aquí es porque, en el fondo, deseamos un acuerdo, un acuerdo suficiente para la lucha contra el cambio climático.
Si estamos aquí es porque hemos asumido una conclusión científica: estamos elevando la temperatura del planeta de forma peligrosa para la pervivencia de la humanidad, que ya está teniendo consecuencias graves y ante la cual hay que reaccionar de forma inteligente.
Sabemos que esa elevación de la temperatura tiene una causa: las emisiones de CO2, y sabemos que la respuesta es reducir de manera contundente las emisiones de CO2.
Si estamos aquí, deberíamos asumir también un pronóstico científico: reducir emisiones de CO2, cambiar decididamente las fuentes de energía supone, sí, un esfuerzo colectivo, un gran esfuerzo para muchos países, pero también supone un camino de desarrollo, de progreso sostenible, de avance colectivo.
Una nueva era energética ha de nacer en nuestro tiempo histórico. Tras la era energética del carbón y tras la vigente era del petróleo, debemos de hacer posible una nueva era energética, que ha de sustentarse en cuatro principios: primero, el ahorro y la eficiencia energética; segundo, la apuesta por las energías renovables; tercero, un gran esfuerzo tecnológico compartido; y, cuarto, la democratización de la capacidad de producir energía.
La democratización de la capacidad de producir energía será un factor decisivo de reequilibrio de la riqueza mundial. Los avances tecnológicos harán que sea posible almacenar energía renovable; que sea posible producir energía renovable por los ciudadanos, por las comunidades de vecinos, dando a eso una vertiente y una dimensión que cambiará nuestra concepción de la energía, el poder sobre la energía y, en última instancia, muchas de las relaciones de dominación en el mundo.
Debemos alcanzar un acuerdo en Copenhague, aquí y ahora; un acuerdo justo. Los países desarrollados debemos reducir emisiones y debemos financiar los esfuerzos de los países en desarrollo y los países más pobres. Ni Estados Unidos ni China pueden fallar en esta cita histórica. Ni Estados Unidos ni China pueden eludir su responsabilidad ante el mundo, la que ha contraído la Unión Europea.
La Unión Europea tiene un serio compromiso para reducir hasta un 30 por 100 las emisiones en 2020 y financiar con 4.400 millones de euros a los países con más necesidades en los tres próximos años para que afronten la reducción de emisiones. España aportará 375 millones de euros durante esos tres años a los países con más dificultades.
Amigos y amigas, representantes de los Gobiernos de todo el mundo, esta Cumbre no es un debate entre países pobres y ricos. Esta Cumbre no es un debate entre capitalismo de Estado y capitalismo privado. Esta Cumbre no es un debate entre países con grandes reservas de petróleo, o de carbón, y países que no tenemos reservas de petróleo. No. Esta es una Cumbre para optar entre la confianza en la Ciencia, en la Tecnología, en la Innovación, en la capacidad de superación del ser humano, u optar por la desconfianza, el inmovilismo, el que nada cambie.
Esta es una Cumbre para optar entre la visión a largo plazo, que siempre es la que prevalece, o la atadura estéril ante una visión inmediata. Esta es una Cumbre para elegir entre gobernar el mundo y la tierra juntos o dejar que cada uno intente salvarse a sí mismo, sin ninguna posibilidad de sobrevivir.
Afirmo todo esto en nombre de un país, España, que es la nación que más ha incrementado entre los países desarrollados la Ayuda al Desarrollo en los últimos años y que considera que el cumplimiento de los Objetivos del milenio es su primer compromiso ante el mundo y el primer compromiso del mundo con la humanidad.
Tiene que haber acuerdo aquí y ahora. No esperemos más tiempo. Es absurdo porque, si fracasamos en Copenhague, todos perderemos; todos perderemos para volver a empezar e intentarlo, porque tenemos que abordar este gran problema.
Estamos aquí convocados por Naciones Unidas y por la Ciencia, por el afán de progreso del ser humano, por el afán de un orden internacional en paz, con más equilibrio y más justicia. Seamos leales con nuestros pueblos, con nuestros compatriotas.
Tenemos que lograr unir el mundo para salvar la tierra, nuestra tierra, en la que viven pobres, demasiados pobres, y ricos, demasiados ricos. Pero la tierra no pertenece a nadie, salvo al viento.
Muchas gracias.
Copenhague, 17 de diciembre de 2010
17 Diciembre 09
INTERVENCIÓN DEL PRESIDENTE DEL GOBIERNO, JOSÉ LUÍS RODRÍGUEZ ZAPATERO, EN LA CUMBRE SOBRE EL CAMBIO CLIMÁTICO
Copenhague, 17 de diciembre de 2010.
Deseo que mis primeras palabras sean de felicitación para Naciones Unidas, de felicitación para el Gobierno de Dinamarca, por esta Cumbre histórica, y de reconocimiento a todos los que a través de movimientos sociales, de Organizaciones No Gubernamentales o a través del ejercicio de la ciudadanía han venido durante años reclamando un mayor respeto a la tierra, una mayor cultura de defensa del medioambiente. Hoy es su día. Tenían razón y ellos, en gran medida, han sido capaces de movilizar voluntades y de poner a Naciones Unidas al frente de este tema de gran relevancia.
Si la gran mayoría de los gobernantes estamos aquí es porque sabemos que el cambio climático es un tema trascendental para el futuro de todos. Si los Presidentes de los Gobiernos y Jefes de Estado estamos aquí es porque, en el fondo, deseamos un acuerdo, un acuerdo suficiente para la lucha contra el cambio climático.
Si estamos aquí es porque hemos asumido una conclusión científica: estamos elevando la temperatura del planeta de forma peligrosa para la pervivencia de la humanidad, que ya está teniendo consecuencias graves y ante la cual hay que reaccionar de forma inteligente.
Sabemos que esa elevación de la temperatura tiene una causa: las emisiones de CO2, y sabemos que la respuesta es reducir de manera contundente las emisiones de CO2.
Si estamos aquí, deberíamos asumir también un pronóstico científico: reducir emisiones de CO2, cambiar decididamente las fuentes de energía supone, sí, un esfuerzo colectivo, un gran esfuerzo para muchos países, pero también supone un camino de desarrollo, de progreso sostenible, de avance colectivo.
Una nueva era energética ha de nacer en nuestro tiempo histórico. Tras la era energética del carbón y tras la vigente era del petróleo, debemos de hacer posible una nueva era energética, que ha de sustentarse en cuatro principios: primero, el ahorro y la eficiencia energética; segundo, la apuesta por las energías renovables; tercero, un gran esfuerzo tecnológico compartido; y, cuarto, la democratización de la capacidad de producir energía.
La democratización de la capacidad de producir energía será un factor decisivo de reequilibrio de la riqueza mundial. Los avances tecnológicos harán que sea posible almacenar energía renovable; que sea posible producir energía renovable por los ciudadanos, por las comunidades de vecinos, dando a eso una vertiente y una dimensión que cambiará nuestra concepción de la energía, el poder sobre la energía y, en última instancia, muchas de las relaciones de dominación en el mundo.
Debemos alcanzar un acuerdo en Copenhague, aquí y ahora; un acuerdo justo. Los países desarrollados debemos reducir emisiones y debemos financiar los esfuerzos de los países en desarrollo y los países más pobres. Ni Estados Unidos ni China pueden fallar en esta cita histórica. Ni Estados Unidos ni China pueden eludir su responsabilidad ante el mundo, la que ha contraído la Unión Europea.
La Unión Europea tiene un serio compromiso para reducir hasta un 30 por 100 las emisiones en 2020 y financiar con 4.400 millones de euros a los países con más necesidades en los tres próximos años para que afronten la reducción de emisiones. España aportará 375 millones de euros durante esos tres años a los países con más dificultades.
Amigos y amigas, representantes de los Gobiernos de todo el mundo, esta Cumbre no es un debate entre países pobres y ricos. Esta Cumbre no es un debate entre capitalismo de Estado y capitalismo privado. Esta Cumbre no es un debate entre países con grandes reservas de petróleo, o de carbón, y países que no tenemos reservas de petróleo. No. Esta es una Cumbre para optar entre la confianza en la Ciencia, en la Tecnología, en la Innovación, en la capacidad de superación del ser humano, u optar por la desconfianza, el inmovilismo, el que nada cambie.
Esta es una Cumbre para optar entre la visión a largo plazo, que siempre es la que prevalece, o la atadura estéril ante una visión inmediata. Esta es una Cumbre para elegir entre gobernar el mundo y la tierra juntos o dejar que cada uno intente salvarse a sí mismo, sin ninguna posibilidad de sobrevivir.
Afirmo todo esto en nombre de un país, España, que es la nación que más ha incrementado entre los países desarrollados la Ayuda al Desarrollo en los últimos años y que considera que el cumplimiento de los Objetivos del milenio es su primer compromiso ante el mundo y el primer compromiso del mundo con la humanidad.
Tiene que haber acuerdo aquí y ahora. No esperemos más tiempo. Es absurdo porque, si fracasamos en Copenhague, todos perderemos; todos perderemos para volver a empezar e intentarlo, porque tenemos que abordar este gran problema.
Estamos aquí convocados por Naciones Unidas y por la Ciencia, por el afán de progreso del ser humano, por el afán de un orden internacional en paz, con más equilibrio y más justicia. Seamos leales con nuestros pueblos, con nuestros compatriotas.
Tenemos que lograr unir el mundo para salvar la tierra, nuestra tierra, en la que viven pobres, demasiados pobres, y ricos, demasiados ricos. Pero la tierra no pertenece a nadie, salvo al viento.
Muchas gracias.
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