EL CRISTO MORENO, SEÑOR DE LOS TEMBLORES


El Señor de los Milagros es tan importante para los peruanos que en todas partes donde hay una significativa colonia de ellos, éstos organizan sus propias procesiones en su honor.

Por esta última razón el actual gobierno peruano decidió transformar a éste en el patrono del Perú y también para que la fecha del inicio de su procesión sea el día en que honrase a su diáspora.

El millón de creyentes que sale ese día a peregrinar a las calles de Lima es un número de personas igual o mayor que el que va a divertirse al carnaval más concurrido de Europa (el de Londres) en su día de mayor apogeo.

La gran mayoría de quienes acuden a esa procesión lo hacen por fe y sin saber que son protagonistas de una de las combinaciones culturales más importantes entre las 3 grandes razas.

Esta veneración se empezó a dar en Lima hace un tercio de milenio cuando esta ciudad era la sede del virreinato americano más grande que haya habido (el mismo que ocupaba a la mayor parte de Suramérica, en un territorio mayor al del actual EEUU). La ‘ciudad de los reyes’ llegó a ser el principal centro para la expansión del catolicismo, la hispanidad y la inquisición en los Andes y la Amazonía.

A éste se le dice también el Señor de los Temblores debido a que sobrevivió a 3 grandes terremotos y un maremoto. Esta figura es, como muchas otras del catolicismo, una que se yuxtapone a un antiguo ídolo local. En este caso, se trata del dios pre-colombino de Pacahacámac, cuya ciudad-santuario quedaba al sur de la actual metrópolis de Lima y que era venerado por los andinos como su protector ante los desastres naturales.

Si bien hoy el departamento de Lima es el más “españolizado” y “occidentalizado” del Perú, allí hay una milenaria tradición amerindia. Al norte de éste (Caral y su entorno) se edificaron hace casi 5,000 años las primeras ciudades del hemisferio occidental y al sur de éste se piensa que surgió el quechua (la lengua amerindia más hablada). Tal fue la importancia de la zona de Lima para los antiguos andinos que los españoles decidieron allí construir su capital y es en sus pampas donde en 1536 sellaron la derrota de Manco Inca gracias al apoyo que le dieron muchas etnias locales.

Además de tener influencia de los pueblos de raza blanca y amarilla o cobriza, el ‘Cristo Moreno’ la tiene de la raza negra.

Este fue pintado por un esclavo angolano y era visto como un símbolo para los 10 mil africanos de Lima (casi un 30% de los 36 mil habitantes que entonces tenía dicha urbe). Aún hoy, la procesión es acompañada por cientos de ambulantes que venden los principales potajes asociados a los afro-peruanos: el turrón de doña pepa, los anticuchos y los picarones. El equipo de fútbol tradicional de los negros de Lima (Alianza) cambia sus colores azules por el morado en Octubre en homenaje al Cristo Moreno.

Al margen de que uno crea o no en esa figura, lo cierto es que su culto expresa la síntesis de las 3 grandes razas humanas y que es una muestra más de que América Latina ha sido uno de los crisoles de la actual globalización.

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