HISTORIA DEL ESTORNUDO.



Desde tiempo inmemorables, el ser humano se ha preguntado la causa o el origen del estornudo. Fenómeno singular que compartimos con muchos animales y que, incluso hoy en día, no termina de poseer una respuesta unánime de la comunidad científica.

La tradición hebrea explica que Adán dio su primer estornudo cuando Eva le ofreció la manzana para que la mordiera, lo que él interpretó como un signo del Maligno y un presagio de muerte. Desde los tiempos bíblicos de Adán se conservó la creencia de que, cuando alguien estornudaba, el alma, que según la tradición asentaba en el cerebro, se expelía fuera de la cabeza, y anunciaba así su muerte. Posteriormente este significado se invirtió el estornudo comienza a considerarse como un signo de salud e incluso como una ventaja natural, e incluso el Talmud lo menciona como un sistema fisiológico de defensa ante agentes externos.

Según la mitología griega, fue Prometeo quien introdujo el estornudo entre los mortales. Prometeo había hecho una estatua a la que deseaba dotar de vida. Para ello, robó un rayo de luz al sol (como quien no tiene otra cosa que hacer) y, para que Zeus no se diera cuenta del delito, ocultó el rayo en su "tabaquera". Un día, olvidado ya de esto, fue a inhalar un poco de ‘polvo de rapé’ y, por despiste, se clavó el rayo en la nariz, lo que le produjo un violento estornudo.


Durante la Edad Media, se relacionó el estornudo con la temida peste negra, que asoló Europa durante años. El estornudo, síntoma frecuente de la enfermedad, volvió a considerarse como un signo ominoso de que la persona estaba afectada por la plaga y de que su muerte era inminente.
Para solucionar el problema (fijaros que práctica es la Iglesia), el papa Gregorio VII el Grande (540-604) durante la plaga de peste bubónica que asaltó a Roma en los años 590-610, popularizó la expresión "que Dios te bendiga", la cual debía decirse después de un estornudo. En esa época de apestados, decir al enfermo "Dios te bendiga" significaba, sin duda, "Que Dios te ayude porque estás jodido". De está frase deriva la expresión ‘Jesús’ o ‘Salud’, tan extendida por
muchos países hoy en día.

Al contrario que la connotación negativa en la cultura occidental durante la Edad Media, el estornudo tenía un cariz opuesto en otras culturas. Así, entre los hindúes lo demoníaco no era estornudar, sino no poder hacerlo. El no haber estornudado implicaba haber sido incapaz de librarse de un ser maligno que había penetrado en el cuerpo. De hecho, uno de los más importantes métodos de curación de las enfermedades consistía en aplicar cocciones de hierbas secas en la nariz que provocaban el estornudo.

De forma similar, los curanderos africanos creían que los enfermos mentales tenían gusanos en la cabeza. El tratamiento de estos trastornos consistía en expulsar a estos gusanos mediante medicinas que hacían estornudar violentamente a los pacientes.
Entre los aztecas, una de las modalidades empleadas como un remedio para la cefalea era la inhalación del ecucho "planta estornutatoria". Esta hierba estimulaba el estornudo, lo que, según ellos, mejoraba el dolor de cabeza.

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