DIAMANTES HUMANOS



Diamante humano
 En este planeta todo es posible, todo puede negociarse, hasta el cuerpo físico de ua persona . Apelando a las nuevas tecnologías y a la necesidad de perpetuidad  el càdaver de una persona puede convertirse convirtiéndolo en  un diamante artificial .

 Algunas páginas en Internet, así como noticias que datan del año 2008, exhibían un diamante hecho con cenizas humanas como una forma original de conservar por largo tiempo un recuerdo de los seres queridos fallecidos.
Proceso Físico−Químico Se extrae el carbono que contiene las cenizas y se transforma en un diamante certificado por el Instituto Gemológico Suizo. Esta transformación es posible gracias a que el cuerpo humano contiene un alto porcentaje de carbono, que se transforma según su estructura molecular en grafito y diamante. A muy altas presiones, el carbono adopta la forma de la joya más preciada del mundo. El proceso dura unas cinco o seis semanas, algo que en condiciones naturales llevaría años.

Los familiares pueden escoger entre joyas de 0,3 hasta 3 quilates. Además, se puede grabar con láser una inscripción microscópica con el nombre del fallecido.

El precio de estos diamantes humanos oscila entre los 3.600 y 11.500 euros, dependiendo de los quilates. Se trata de “la transformación de una parte de las cenizas en un diamante único e irrepetible; una nueva opción para aquellas personas que sufren la pérdida de un ser querido” reza un documento sobre una de las ferias realizadas en Barcelona, España (funermostra), que este año 2011 ya va por su décima primera edición. La cadena que circula por correo electrónico es la siguiente: Cuando algún ser querido fallece, la moda ahora es convertirlo en diamante en vez de enterrarlo en un ataúd o cremarlo.
Se le garantiza al fallecido que tendrá reservado su lugar en la eternidad bajo la forma de un diamante humano, al costo de algunos millares de euros, gracias a un sofisticado proceso de transformación física y química que realiza una empresa suiza. En Suiza, la empresa Algordanza recibe cada mes entre 40 y 50 urnas funerarias procedentes de todo el mundo. Pacientemente, su contenido será convertido en una piedra preciosa. “Quinientos gramos de las cenizas bastan para hacer un diamante, en tanto que el cuerpo humano deja una media de 2,5 a 3 kg después de la cremación”, explica Rinaldo Willy, uno de los co−fundadores del laboratorio. En este lugar, las máquinas funcionan 24 horas al día, sin interrupción.

Cada difunto puede generar unos 5 diamantes o más, para poderlos distribuir entre toda la familia. Los restos humanos son sometidos a varias etapas de transformación. Primero, convierten el carbono en grafito. Luego, éste es expuesto a una temperatura de 1.700 grados, que al final es transformado en diamantes artificiales, en un plazo de cuatro a seis semanas. En la naturaleza, el proceso lleva milenios. “Cada diamante es único. El color varía del azul oscuro hasta casi blanco.



“Es un reflejo de la personalidad”, comenta Willy. ¡La personalidad por color! Una vez obtenido el diamante bruto, se pule y talla en la forma deseada por los familiares del fallecido, para después poder usarlo en un anillo o en un collar. ¿Ya pensó en llevar a su ser querido, después de la muerte, en un collar o anillo?
Si le preguntan sobre el fallecido va a poder decir: “!Él es una alhaja!”. Si le roban el diamante, aquí está el problema, ya que usted gritará: “!Robaron al difunto, atrapen al ladrón!”" El precio de esta alma translúcida oscila entre 2.800 y 10.600 euros, según el peso de la piedra (de 0,25 a 1 quilate), lo que, según Willy, vale la pena, ya que, por ejemplo, en Alemania, un entierro completo cuesta 12,000 euros. Estás viendo la moda. Tienes de todo para escoger y hasta puedes convertir un difunto en alhaja; es más barato!
La industria del “diamante humano” está en plena expansión, con empresas instaladas en España, Rusia, Suiza, Ucrania y Estados Unidos. La movilidad de la vida moderna es propicia para el sector, explica Willy, quien destaca la dificultad de disponer de algún sitio para una urna funeraria o la “incomodidad” provocada por tener que guardar las cenizas del fallecido en la propia casa.
Definitivamente este negocio lo ha desarrollado bastante Suiza, desde el

2004;la empresa suiza ha abierto oficinas en una veintena de países y emplea a un centenar de trabajadores en el mundo. En la pequeña ciudad oriental de Coire, Algordanza recibe cada mes entre 40 y 50 urnas funerarias procedentes de todo el mundo. Su contenido es pacientemente transformado en piedra preciosa.

La empresa suiza patentó en 2004 una fórmula con el apoyo del Technological Institute for Superhard and Novel Carbon Materials (Tisncm) para sintetizar en diamantes el carbono que se sustrae de las cenizas a través de un proceso de transformación (grafitización) que incluye su sometimiento a altas temperaturas y presiones.

Si unimos el descubrimiento de la General Electric Company, a finales de 1954, concistente en la posibilidad de desarrollar un sistema para fabricar diamantes sintéticos para uso industrial, tenemos como resultado el alumbramiento de Algordanza, recuerdo en lengua romance. Veit Brimer y su socio Rinaldo Willy, ambos con menos de 40 años, vieron posible una fórmula para ofrecer un nuevo servicio funerario que a su vez no interfiriese en las tradiciones.

Carlos Paz Rìos








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